Me causa mucha perplejidad un hecho: en Sanchinarro hay una enorme cantidad de gente que proclama tener una ideología determinada y defender a ultranza la propiedad privada, cargando contra aquellos que no defienden ese orden sino otra cosa.
Esto es lo que vemos cada vez que las urnas se abren en unas elecciones. Y no me parece ni bien ni mal. Sólo constato el hecho.
Lo paradójico es que mucha de esa gente, a la que puede, no respeta esa propiedad privada. Se ha hecho una auténtica tradición en Sanchinarro el okupar terrenos privados y vallados para goce y disfrute de unos dueños de perros que, sin escrúpulo alguno, abren un agujero en la valla, o atraviesan ese agujero cuando ya existe, varias veces al día, para pasar dentro de una propiedad, repito, PRIVADA, en la que, faltaría más, ellos se hacen los amos. Perros sueltos, cigarros por doquier, excrementos sin recoger (¿para qué?). Incluso en algunas de estas propiedades ya han llevado sillas, mesas y sombrillas, que viene el calor. Y en otras, para que el perro no se escape, han colocado una puertecita muy mona de madera. Con un par
Esta gente que dice defender la propiedad privada pero luego la ultraja A DIARIO, cuando se lo dices, te sueltan un “es que hay un agujero”, “es que la gente lo hace”, como argumentos máximos. Esto equivale a decir que si te dejas la puerta de tu casa un día entreabierta y te entran dentro, estarían en su derecho. Y a lo mejor es lo que esta gente merecería.
Por supuesto, el nivel de porquería que dejan atrae cucarachas y ratas en verano, que ellos no sufren, pero las urbanizaciones cercanas sí.
Es la paradoja del chusmadrileño: digo una cosa, hago lo que me peta.