Totalmente de acuerdo con Pumy.... De todos modos os adjunto un texto publicado en el mundo... ¿no creéis que tiene un poquito de razón?...
"La puedes encontrar completa en:
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/04/07/ciudadanom/1144429329.html ---------- ---------- ---------- ---------- ---------- ----------
Viernes, 7 de abril de 2006
RECLAMO LA CIUDADANíA DE MI PERRO
¿Se han fijado en que Madrid está llena de caca de
perro? ¿se han preguntado por qué? No es un mal capitalino,
no crean, la plaga afecta a todas las ciudades españolas. No
sucede así en otras urbes europeas, ¿el motivo? La respuesta es
que, en nuestra moderna capital, pesa más el pasado rural (¡los
perros al establo!) que la realidad, de tal modo que se trata a
los perros como si no existieran. En Madrid, los dueños de los
canes no tienen ningún derecho y (¡qué curioso!) se comportan,
en consecuencia, como si no tuvieran ningún deber.
Les relato ejemplos llamando a su comprensión: Mi perro tiene
pasaporte europeo y cada vez que cruzamos la frontera me piden
sus papeles, tener en reglas todas sus vacunas, etc. En cambio,
en Madrid jamás me han pedido la documentación del animal. Las
autoridades se comportan como si los perros no existieran. En
todos los parques y jardines de Madrid los perros están
obligados a ir atados y con bozal, igual que cuando caminan por
la vía pública. Es decir, un can que viva en un piso en la
ciudad jamás podrá corretear (¡en toda su vida! ¡a ninguna hora
y en ningún lugar!) suelto. Resultado: los perros SIEMPRE van
sueltos. Nadie obliga nunca a cumplir esta norma, que es
impracticable en una ciudad con una población canina que tiene
que cumplir sus necesidades a diario. ¿Tan difícil es asumir que
existen perros y permitirles correr en zonas verdes a ciertas
horas y con bozal, por ejemplo? Los perros no pueden desplazarse
por la ciudad. Si vive lejos de un parque, su mascota no podrá
jamás conocer más que su escueta calle, a menos que tenga coche
propio o chófer. No pueden viajar en metro (sí pueden los
lazarillos y los de los guardias de seguridad) y esto supone
muchos problemas para sus amos, en ocasiones dejarlos demasiadas
horas solos y tener que molestar a los vecinos por no poder
mover al animal de casa, literalmente. ¿Sería tan complicado
reservar, en algunas líneas, un vagón donde ellos sí pudieran
subir? Los taxis de Madrid llevan una pegatina que dice que es
obligación del taxista llevar perros, pero a la hora de la
verdad, el taxista hará lo que le parezca en cada caso (¡aunque
el perro esté enfermo, por ejemplo!) y usted se las apaña. ¿Tan
complicado es habilitar, de verdad, algunos taxis? Los perros
son presos de esta ciudad: ¡sólo pueden abandonarla en
avión!(donde el precio de su billete es casi tan caro que el de
una persona por viajar en el bodega). RENFE le permite viajar
con animales de hasta seis kilos en una pequeña jaula en todas
sus líneas (ya sean roedores de seis kilos, gallinas, pequeños
perros, gatos...), pero no existe ninguna forma de que su perro
(de más de seis kilos) se desplace de aquí a Toledo, pongamos.
¿Creen de verdad que un roedor de seis kilos es más higiénico
que un perro? Aquí -no así en Europa- no es obligatorio tener
asegurado a su perro, a menos que pese más de 40 kg. y sea de
una raza considerada ´peligrosa´. Conclusión: si un perro le
muerde o le mea encima, no espera ninguna compensación, son
prácticamente impunes, a veces ni están puestos a nombre del
amo. Las cacas de los perros no se recogen. ¿Cómo van a
recogerse? Los perros no son ciudadanos de Madrid, son animales
sin ningún derecho y muchos de sus dueños pasan olímpicamente de
sus obligaciones. Ahora bien ¿quién tiene narices de pedir que
cumpla su deber a quien no tiene un sólo derecho? Yo recojo la
caca de mi perro (y eso que los expendedores de bolsas para
excrementos están siempre vacíos en la ciudad) pero reclamo la
ciudadanía de mi mascota. Es mejor y más seguro para todos.
Podría seguir mi lista hasta el infinito. Si algún valiente más
tiene perro en la capital, me gustaría formar una asociación
para intentar lograr la ciudadanía de nuestros compañeros de
vida, aún cuando estos sean perros.
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