Siempre he pensado que el común del vecino ribereño, del Español en general, es una persona mínimamente cívica. Una persona que cumple con las normas básicas de la convivencia… utiliza los diferentes contenedores de basura, tira los envoltorios, latas… en las papeleras…
Por desgracia tenemos que convivir con una no despreciable piara de omnívoros, que se pasan por el arco del triunfo todas estas “normas” básicas.
No puedo comprender que alguien con un mínimo de educación y vergüenza, deje las bolsas de basura fuera del contenedor. Situación que se repite sistemáticamente en muchas calles de la montaña. Personas que dando un paseo por los sotos, por las calles, jardines… tiran al suelo sin ninguna contemplación envoltorios, latas, botellas…
Todas estas actitudes, unidas a los pocos medios del ayuntamiento, contribuyen a mantener el pueblo en unas condiciones que no son las adecuadas, por lo menos para un país que no sea del tercer mundo y que tenga un mínimo de educación.
La aplicación de un adecuado sistema sancionador evitaría muchos de estos comportamientos, y en ese “proceso” educativo proporcionaría un importante ingreso al ayuntamiento. También creo en las llamadas de atención de la gente, en la unión de la mayoría para recriminar, de forma educada y tranquila, estas actitudes. No es el silencio el que puede cambiar esta situación.
Me han replicado, “A usted que más le da”, “es usted el barrendero”, “qué coño le importa”… Me han hecho caso algunas veces, otras no, pero incluso los que han pasado olímpicamente de mí, se han marchado incómodos y un poco contrariados. La esperanza es que la próxima vez no hagan la “guarrada” automáticamente, al menos se lo piensen.
¿Por qué conformarnos en vivir en una ciudad sucia? ¿Por qué no poder disfrutar sin basura del privilegio que es vivir en un entorno como el nuestro?
A ver si entre todos podemos cambiar algo.