Estimado Luis:
Aunque comparto al 100% la opinión de ´gragre´, quiero darle la bienvenida a Montecarmelo y a este foro. Soy católico y practicante (sobre todo trato de serlo del mensaje de Jesucristo y no tanto de los preceptos inventados por los hombres), así que seguro que nos veremos en algún momento.
Este es un foro de vecinos y no religioso, pero ya que ´gragre´ ha suscitado el tema, quiero aportar mi opinión. Como digo, me incluyo dentro de la Iglesia Católica, entendiendo ésta como una construcción de los fieles y no sólo del alto clero. Me encuentro a años luz de la línea que marcó Juan Pablo II y de la que presumo que seguirá Benedicto XVI. Me alineo con la que comenzó Juan XXIII y han seguido, por ejemplo, Leonardo Boff, Hans Küng o Enrique Miret Magdalena (y a los que el actual Papa se encargó de censurar). Como creyente, temo que, de seguir así la jerarquía catótica, cada vez será mayor el divorcio entre la Sociedad y lo verdaderamente importante, el mensaje de Jesús. Además, creo que en la base de todas las religiones subyace una idea común de amor entre los hombres y de espiritualidad positiva, pero que, en general, son los que las ´administran´ los que hacen un uso interesado y político de ellas y alejado de una fraternidad entre todas.
Digo todo esto sintiéndome desde dentro de la Iglesia y con el ánimo de transformarla. Si los católicos de a pie no activamos esta ´revolución´ de la misma está condenada a desaparecer, eso sí, rodeada de todo el lujo, el incienso, la pompa y el oropel vaticano que vimos en los fastos de la proclamación de Benedicto (nada más lejos del día a día del clero de base que trabaja junto a enfermos, pobres, presos y marginados, acatando en muchos casos muy a su pesar las absurdas normas de la jerarquía).
Creo que en los tiempos que corren, con el materialismo, el individualismo y el hedonismo imperantes, los creyentes (y en general cualquier persona) deberíamos profundizar en la espiritualidad, que además pienso que es inherente al ser humano.
Le doy, pues, de nuevo la bienvenida al barrio, con una bella cita de Küng: "La Iglesia puede y debe ser a todos los niveles una comunidad de hombres libres. Si quiere servir a la causa de Jesús, nunca puede ser una institución de poder o una Santa Inquisición. Sus miembros han de estar liberados para la libertad: liberados de la esclavitud a la letra de la Ley, del peso de la culpa, del miedo a la muerte, liberados para la vida, el servicio y el amor".
¡Ánimo, un abrazo y buena suerte!