Lamentable indiferencia vecinal

¿Por qué los vecinos de mi comunidad no quisieron dar caramelos a dos niñas disfrazadas en Halloween?

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Iba a titular este post “Escandalosa indiferencia vecinal”, pero he decidido usar lamentable ya que la situación que a continuación quiero describir no es en realidad “escandalosa”. Francamente, no se le puede reprochar a ningún vecino haber actuado de forma errónea, no… pero le da a uno qué pensar si se tiene en cuenta que vivimos en una comunidad de 350 vecinos, puerta con puerta, ventana con ventana, compartiendo zonas comunes y juegos de niños…

El pasado 31 de octubre, víspera del día de Todos los Santos, y noche de “Halloween”, fiesta totalmente importada de los USA y que a unos les puede gustar más y a otros menos (este es mi caso), dos madres (residentes en la urbanización) decidieron animar la tarde/noche a sus hijas de tres años pintándoles la cara, disfrazándolas de brujitas y, con una bolsita en mano, les informaron que iban a visitar a los vecinos para pedirles chuches y caramelos. Las niñas mostraban la timidez propia de su edad, pero ayudadas de su natural desparpajo salieron corriendo por las puertas y portales de la comunidad, dispuestas a dar el “susto de muerte de tu vida” a los vecinos solo para conseguir rellenar su bolsita de viandas. Y así, guiadas por las sufridas madres, empezaron el periplo por esta nuestra comunidad de vecinos.

El resultado no pudo ser más lamentable.

Después de llamar a innumerables casas, solamente un par de vecinos tuvieron a bien abrir la puerta y corresponder a esta manifestación de entusiasmo infantil. Las madres las llevaron de un lado a otro y, con excepciones, nadie estaba por la labor de compartir un momento de alegría con estas dos niñas. No sabía si escribirlo, pero ya que estoy lanzado, lo hago: había un portal, el 32, con numerosas luces encendidas (es decir, los moradores estaban en sus casas) y ¡nadie! abrió la puerta. He decidido poner el número del portal porque me pareció una información útil, si alguna vez necesito sal ya sé dónde NO voy a ir a pedirla.

Repito, no se puede achacar nada a nadie ya que, evidentemente, nadie está en la obligación de atender la ilusión de dos niñas de tres años (si se lo quieren pasar bien, que las lleven sus papás a los caballitos del Diversia ¿no?), pero para los que creemos que la convivencia vecinal es algo más que un gruñido mañanero en el ascensor, camino de ese trabajo que nos ayuda a pagar la hipoteca del pisito, esta ¿noticia? ¿información? da mucho qué pensar sobre cómo vivimos y nos relacionamos como “vecinos”.

Según el DRAE, la definición de vecino es la siguiente:

“Que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o casa, en habitación independiente.”

La definición del DRAE no contempla matices tan importantes como la buena convivencia, solidaridad, amabilidad… que seguramente son muy importantes a la hora de definir de verdad lo que debe ser un Vecino. Pero es lógico que la Academia no contemple esos matices y se quede solamente en la definición a secas.

Lo que no sabía yo es que tuviéramos a tantos académicos entre nuestros vecinos. Cosas de la vida.

P.D. Muchas gracias a los que sí abrieron su puerta. Las niñas volvieron encantadas de su pequeño periplo gracias a ellos ¡Muchas gracias Vecinos!