La frecuencia de los autobuses, trenes y tranvías son competencia del Consorcio de Transportes, ya que paga a las empresas públicas correspondientes (EMT, Metro, Travía Parla, etc.) la parte correspondiente según el número de viajeros.
Estos valores se basan en el número de usuarios del transporte en las determinadas bandas horarias y otros conceptos varios, entre ellos, los políticos.
Por tanto, es el consorcio quien determina esas paradas, en los que se regula el tiempo, además de la parada que tienen los conductores, necesaria por su trabajo, el cual provoca gran estress y gran responsabilidad. Si no, mirar cuando algún imbecil se salta algún semaforo o el riesgo que es tener que pasar delante de varios colegios a la hora de salida o de entrada de los niños.
Eso no significa que la plantilla sea corta, ya que lo habitual en el Metro o en Cercanías, es que al llegar al destino, sea sustituido el conductor por otro, siendo este el que venía en el tren anterior. Esto permite que los conductores estén más frescos, que puedan ir al servicio y tengan el mismo derecho a tomarse un café, como lo hacemos los demás.