Cada vez que salgo de Madrid y paso tiempo (aunque sea poco) en otro sitio, me doy cuenta de lo mal que tenemos organizado en barrios como el nuestro el tema de la compra, las grandes superficies y el dinero que nos gastamos en lo que debería ser lo más importante: la alimentación.
Reconozco que me encanta el lado marujil de la compra… quizá por ello cada vez me aterran más las grandes superficies. Sí, he empezado a casi no ir a supermercados típicos (debo ser la unica persona que no ha transitado por el nuevo y flamante mercadona) y hago la compra semanal por internet. He descubierto que los euros que te cobran por hacer la compra online son una inversión ya que en 20 minutos (si tienes la compra registrada) puedes llenar la despensa con productos que todos compramos en estos centros. Cada vez me repele más el trato distante y poco profesional, los pasillos abarrotados, los carros que nunca rulan bien (eso, o siempre me cojo el carro cojo), las colas, las bolsas (“¿cuántas quiere?”… y yo que sé, ni que fuese una ciencia exacta lo de las bolsas que necesitas… no tengo ni idea).
Sin embargo, me encanta ir al mercado, al tradicional, al de toda la vida. En el mercado “eres gente”, quiero decir que el pescadero sabe cómo te gusta la merluza, te avisa si hay algo super fresco y bueno, el carnicero sabe qué filetes te vas a llevar y la fruta siempre es mejor. ahí no me importa perder el tiempo y bueno… voy casi todos los días (o mínimo tres por semana) a comprar. En el barrio es una locura, quitando la Antigua Castilla que es lo más parecido a un mercado tradicional (te conocen igualmente, el producto es fresco y te lo mandan a casa gratis… a veces aunque no lo tengas pensado así, si el encargado te ve super cargada te lo propone)… a veces me desplazo al de Chamartín (que tiene parking y queda relativamente cerca) y tiene una estupendísima pescadería.
Pero, y aqui viene mi queja, es inviable tanto desplazamiento con los horarios y las distancias que manejamos actualmente. Yo recuerdo ir de pequeña al mercado con mi madre y creo que la base de que para mi sea tan importante la nutrición y me preocupe por lo que comemos en mi casa viene de ahí. Ahora, los niños piensan que la pescadilla vive en bandejas de plástico, que las fresas son producto de todo el año y que los filetes tienen gluten. Ah! y que a cualquier hora podemos encontrar pan recién hecho (eso es una aberración)
Me apena que nuestros hijos vivan esta nutrición de supermercado, porque creo que la cultura gastronómica empieza desde casa.
Yo soy de pueblo y mis hijos saben lo que es ir a la huerta, han ordeñado cabras y se han puesto perdidos cogiendo patatas del campo. Escuchan como la gente del pueblo les cuenta la relación que hay entre los higos y las lluvias que vendrán, les hablan de los productos de temporada y ya saben cómo coger setas. Pero no es suficiente, para ellos es como ver un documental en la tele porque luego, llegan al mercadona de turno y se dan cuenta de que entre lo que se produce en el campo, en la granja o se trae a la lonja… y lo que ponemos en la sartén, hay un mundo. Un mundo de plástico, códigos de barras (ahora encima códigos QR) y señores que no saben ni lo que venden.
Me gustaría que hubiese más comercio del de toda la vida, tenderos, pescaderos, gente que nos conozca y a los que les debamos fidelidad por ser del barrio.
Es todo tan impersonal que, cada vez, prefiero traerme las cosas de fuera… aprovechar un viaje de sábado a la sierra para comprar carne, adorar a los amigos que tienen huerta de pueblo y empezar a vigilar la procedencia de lo que comemos. Y transmitir eso a los niños.
Editado por s by 09/12/2015 13:06