El burro del pocero

Cita:
El burro del Pocero

Pilar Hernández

En la primera y multitudinaria comparecencia de Francisco Hernando, conocido por todos como «Paco, El Pocero», el pasado martes en las oficinas de su empresa Onde 2000, en Seseña, aseguraba, ni corto ni perezoso, que cuando llegó a este pueblo hace nueve años «no había nada, sólo un señor con un carro y otro con un burro». Entiendo que si no hubiera sido por este hombre y porque un día decidió hacernos el favor de poner sus pies en este pueblo, los seseñeros aún estábamos calentándonos en invierno con brasero, sin agua corriente y con el candil iluminándonos por la noche.
He nacido, me he criado y resido en Seseña desde mucho antes de que este señor nos visitara por primera vez y puedo asegurar que vivíamos mucho más tranquilos y seguros que ahora. Puede que para «Paco, El Pocero» el desarrollo y la calidad de vida de un pueblo se mida por el número de viviendas que se construyen por metro cuadrado, aunque no se vea ni un árbol en los alrededores, aunque en vez de colegios haya barracones, aunque no tengamos centro de salud, ni caminos por donde dar una vuelta en bicicleta, sin peligro a que un camión te atropelle o las vallas te impidan el paso... ¿Es éste el progreso y desarrollo que queremos?
Eso sí, los jubilados que pasan el día en la plaza le deberán agradecer -además de la semana en Lanzarote a pensión completa- el espectáculo que en los últimos días están dando sus trabajadores ; por cierto, habría que preguntarse cuántos de sus empleados están empadronados en el pueblo.
El desarrollo urbanístico de Seseña comenzó mucho antes de la llegada de «Paco, El Pocero». Era inevitable que una localidad con una situación geográfica estratégica -junto a la A4, a 36 kilómetros de Madrid y con suelo industrial en abundancia y barato- experimentara, tarde o temprano, un cambio radical en su fisonomía urbana, con o sin «El Pocero». Pero hay formas de hacer las cosas y, en este caso, todos en el pueblo sabemos cómo se ha hecho y no es para tirar cohetes, ni mucho menos para presumir.
Los burros -a la especie animal me refiero- hace tiempo que se extinguieron en Seseña, aunque otros especímenes han proliferado en los últimos años. En cuanto al carro, había un dicho popular que decía: «Tres cosas hay en Seseña que no tiene Madrid, el castillo, las salinas y el carrito de Joaquín». Tanto el carrito como Joaquín hace décadas que desaparecieron de nuestras vidas.