Hace escasamente treinta minutos he dejado el casco de mi hija apoyado en el armario de suministros de mi casa de la calle océano índico mientras que la bajaba de la sillita de mi bici. Cuando he salido a por él algún amigo de lo ajeno, por no decirle otra cosa, me lo ha robado.
¡En cuestión de cinco minutos! ¿Pero qué clase de gentuza de nos rodea? Es que alucino... Así que aviso a los vecinos cuidado que cualquier día se nos llevan a los niños con la bici puesta, con tal de llevársela.