Desde hace ya varios meses viene sindo habitual, al menos en el sector 1,que los fines de semana se nos presenten en casa vendedores ambulantes ofreciéndonos una variopinta oferta: desde alfombras hasta cuadros, desde toallas hasta plantas.
Todos ellos se ditinguen por dos argumentos comunes, venden duros a peseta, y, o aprovehas la oportunidad que supone comprarles en ese momento, o, cual agua que se escurre entre los dedos, pierdes el chollo que presuntamente te estan ofreciendo.
Aun siendo consciente de todo lo anterior, este sábado tenía la guardía baja; acababa de comprar unas jardineras, había dormido poco, hacía calor, los niños de al lado gritaban alborozados en la piscina que yo no tengo, mi escaso conocimiento de cuanto cuestan las plantas, en fin, todo un cúmulo de circunstancias para hacer el pardillo.
El caso es que esta vez si les abrí y, pese a lo manido de sus dos principales argumentos, quería terminar mis labores de jardinero antes de el sol me atizára de lleno. Y menos mal que solo compre una planta que se supone costaba en vivero 30 € a, según ellos a menos de la mitad ¡menudo chollo!
Al día siguiente baje al vivero, y por curiosidad, pregunte lo que costaba la planta: Efectivamente costaba la mitad, pero ¡de lo que yo les había pagado a ellos! Es más, resulta que estos tres señores (dos mayores y uno joven), no tienen vivero propio sino que, con su furgonetilla azul metalizado matrícula de Toledo ,se habían pasado el día anterior para comprar toda la mercancía que luego revendían por Miramadrid a pringadetes como yo en esta ocasión.
No me duelen los 8€, que a fin de cuentas no van a ningún sitio, me duele el orgullo de sentirme timado. Que no os pillen con la guardia baja, los duros a peseta no existen