Siento una rabia y una impotencia tremenda. No he parado de llorar en toda la mañana pensando en todos los familiares de esas pobres víctimas que han fallecido.
Yo cojo siempre el tren de las 7:05 en Vicálvaro, con lo cual creo que me he salvado de milagro. A Dios, doy gracias por ello. Mi hijo todavía no ha nacido, si Dios quiere en octubre lo hará, y no puedo evitar pensar a qué mundo más asqueroso le voy a traer. Qué rabia y tristeza siento dentro de mí.... Menos mal que cuento con el amor de mi familia, amigos y compañeros que son los que me apoyan y me ayudan a salir adelante.
Hoy desde luego estoy muy triste y sólo quiero enviar un abrazo muy fuerte desde mi corazón a todas esas personas afectadas.