En el día “Internacional de la Mujer”, me uno a vuestras reivindicaciones en derechos incuestionables , como son: la igualdad social, laboral y política.
Creo sinceramente, que la igualdad más difícil de conseguir entre mujeres y hombres, se producirá en el terreno laboral, ya que las empresas en el sector privado no dan la posibilidad de conciliar vida laboral con familiar, siendo la cuenta de resultados la que impone ritmos, horarios y dedicación exclusiva, que en muchos casos, son contrapuestos con el rol social de muchas, muchísimas mujeres.
Para cambiar esto, es necesario que los hombres se impliquen más en las tareas domésticas. Esta implicación de los varones en las tareas domésticas y cuidado e los hijos, es cada día mayor, liberando a la mujer de un rol social que condicionaba a la misma a ser un apéndice de su pareja y por consiguiente, limitaba su libertad individual.
Dicho esto, habría que imponer a todas las empresas un verdadero juego democrático en la selección de su personal, donde la meritocracia, fuere el único tamiz en el proceso selectivo y configuración de puestos en el organigrama de estas.
Todo esto se irá corrigiendo con los cambios generacionales, no tengo la menor duda. Pero hay una cuestión que las nuevas generaciones e inclusive la ciencia no puede cambiar, me refiero, a que no creo que el día de mañana los hombres nos quedemos preñados, circunstancia esta, que posibilitaría a la mujer a luchar en las mismas condiciones por un puesto de trabajo. La verdad sea dicha, pero yo no veo con una barriga que no sea cervecera. Muchas son las empresas que a la hora de seleccionar su personal, puntúan de forma negativa la maternidad de una mujer.
Creo sinceramente en todo lo que he expuesto sin ponerme ninguna vitola feminista. Pues también considero, que el peor enemigo de las mujeres, lo tienen en su propio género. Existen muchísimas mujeres, que reclaman la igualdad de derechos pero sin abandonar el estatus que esta sociedad le otorga como mujer aunque este condicione su libertad individual. Entiendo que estos son valores educativos y reaccionarios difíciles de cambiar, transmitiéndose de generación en generación y, de difícil solución en el corto plazo. Los educadores de la nuevas generaciones ( padres, colegios, etc ), tienen que implementar los cambios necesarios para que los distintos sexos solo sean diferentes fisiológicamente y no fomentar otras diferencias de cualquier otro signo ( social, laboral, etc ).
PD: A mi me educaron en una sociedad machista, donde mis educadores ( padres, profesores, entorno) me imponían como condición sine qua non, mantener estos patrones ( con lo que me gustaba a mi jugar con las muñequitas ). De todos mis educadores, el más machista, era una mujer, MI MADRE. Esto es una aviso para navegantes. Muchas veces el machismo se siembra y germina por la propia mujer.