En política, ponerse la venda antes de producirse la herida es una práctica común. La excusa no pedida, es la acusación manifiesta. Pero no es raro encontrarnos situaciones inversas, siendo la acusación manifiesta y la callada, su única respuesta.
Acipa acusa al Partido Popular de esta localidad, de endeudar aún más a nuestro Municipio y generando impagados propios de desequilibrios presupuestarios. Como residente de este Municipio y como votante del PP, me gustaría que algún dirigente de esta formación, me diese una explicación en este sentido. Para mi, la política económica y de gestión, debería ser el eje principal donde el resto de las políticas rotan supeditadas a el.
Dicho esto, quisiera destacar el último párrafo del comunicado que me ha facilitado ACIPA y correspondiente a este tema y que dice:
El Gobierno seguirá diciendo que la deuda heredada lastra su gestión, pero… ¿Qué tienen que
decir de la que están generando ellos? ¿Quién pretenden que pague sus facturas? Desde acipa
lamentamos profundamente que cada partido que llega al consistorio realice su gestión
pensando en que los créditos los pague el siguiente que aterrice en el consistorio.
Así es, “ que los créditos los pague el siguiente que aterrice”. Este es el mal endémico donde se cimenta la mayoría de nuestras “ Administraciones Públicas”, un sistema que vela por los intereses de partidos endogámicos y oligarquías jerárquicas y piramidales, que como única finalidad tienen la consecución del poder , siendo la gestión un hecho consustancial del mismo.
El sistema es perverso, incongruente y ineficaz por estar invertidos los términos. La gestión es nuclear y debería ser la premisa para tener acceso al poder y no al contrario. Muchos serán los que defiendan, que para gestionar se necesita el poder previamente. Seguramente, llevarán razón, sobre todo, en una partitocracia contaminada por la corrupción como la nuestra, pero si queremos ser una sociedad avanzada, la gestión y el poder deben cohabitar conjuntamente.
Cuando la gestión es permeable a la transparencia y cuenta con los suficientes mecanismos de control, la misma, genera canales de participación con la suficiente higiene y garantías democráticas para el relevo de esta, y donde otras propuestas, pudieren mejorar la establecida hasta el momento. Esta es la esencia del verdadero juego democrático, primando por encima de valores ideológicos o adoctrinamientos sectarios, la eficiencia, la eficacia y la transparencia, valores todos ellos, propios de sociedades modernas,